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"Quiero dejar de sentir...": la importancia de las emociones

Actualizado: 5 jul 2024

Lo queramos o no, estamos constantemente experimentando emociones. Hay quienes son más conscientes de ellas o las expresan de forma más evidente, pero todos somos seres emocionales. Dentro de la gran gama de emociones, algunas emociones suelen sentirse más "agradables" y, por tanto, las buscamos, y otras pueden vivirse con malestar, tendiendo a evitarlas. Sin embargo, esto no quiere decir que existan emociones "buenas" o "malas", todas las emociones son necesarias. Entonces, ¿Qué son las emociones? ¿Para qué sirven? ¿Cuándo pasan a considerarse un síntoma? ¿Cómo se trabajan en psicoterapia?


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Las emociones son estados psicológicos y físicos en respuesta a los estímulos que recibimos. Nos informan cómo nos impacta el entorno y lo que ocurre en nuestro mundo interno. Tienen una importancia biológica, psicológica y social: nos preparan para sobrevivir, nos permiten adaptarnos, expresan lo que sentimos y son esenciales para la comunicación.

Las emociones están siempre presentes en alguna medida y se viven distinto según las circunstancias en las que nos encontremos, según las herramientas que tengamos y cómo es nuestra personalidad.

¿Y los sentimientos? Estos, por su parte, son la experiencia subjetiva general frente a la vida, frente a otro y nosotros mismos. No tienen una función adaptativa por lo que no están asociados a una respuesta fisiológica inmediata sino a un estado en el tiempo, más estable y duradero.


Hay pacientes que señalan estar cansados de sentir, que no quieren seguir experimentando aquella emoción que les incomoda, pero no podemos dejar de sentir (o más bien, no debiéramos), ya que esto terminaría dañándonos más. Frente a algo que nos pasa es normal y esperable que sintamos y ese sentir informará qué hacer. ¡Por eso es tan importante que identifiquemos qué estamos sintiendo realmente! Aunque nos duela, aceptar la real emoción tras algo nos permitirá tomar decisiones en base a la realidad y, por tanto, más asertivas. Si no sintiéramos miedo no nos alejaríamos, si no nos enojáramos no pondríamos límites, y así. Lo que sí podemos hacer es identificar si la emoción está siendo acorde y no sobredimensionada, y ayudar a lidiar con ella de una forma más llevadera.


Cómo vivimos la emocionalidad es fundamental para sentirnos vivos, disfrutar, tener relaciones interpersonales sanas, y capacidad de adaptación.  Hay veces en que las emociones pueden ser difíciles de regular por lo que es muy común que el manejo de estas aparezca en la psicoterapia. Hay quienes están desbordados emocionalmente y otros, en cambio, que se sienten "congelados". Todas las formas de vivir las emociones se trabajan en psicoterapia para que el funcionamiento de estas nos juegue a favor y no sea más problemático que el problema en sí.


Es común y entendible que busquemos apaciguar algunas emociones, algunos con formas más sanas como manteniéndose ocupados o evadiendo el tema, y otros con conductas de riesgo como consumiendo alcohol o drogas. Para nadie es agradable sentir pena porque la pena duele! En general, lo que se tiende a hacer es regular las emociones desde algo externo porque internamente nos superan y no nos es fácil manejarlas. Por ejemplo, algunos se emborrachan buscando sentir, otros buscando dejar de sentir y otros buscando poder llorar su sentir. En terapia trabajamos para que no sea necesario un elemento externo o conducta dañina (como cortarse, consumir, aislarse, enfadarse con el mundo, etc.) para lidiar con las emociones.

También vemos como forma de evasión el "transformar" una emoción en otra más tolerable. Es común ver que tras la rabia se esconda pena, por ejemplo. La pena se expresa como enojo porque este es más llevadero, permite "botarla" (desquitarse con otro, ver el problema fuera de uno) a diferencia de la tristeza que se vive internamente, con dolor, culpa e introspección. ¿Por qué aprender a vivir con la pena y buscar formas sanas de enfrentarla? Porque la tristeza, al igual que todas las emociones, tiene una función: nos permite negociar con la realidad, nos deja en un estado de introspección sobre lo que pasó para ir tramitándolo, integrándolo y aprendiendo de ello, así como llevar un ritmo acorde a lo que estamos viviendo, y poder comunicarlo. Por eso, muchas veces en psicoterapia, pasar de la rabia a la pena es estar avanzando, aunque el paciente lo viva como retroceso.


La palabra “e-moción” significa “movimiento hacia”, es decir, la emoción es lo que hace que nos movamos. Si no sintiera miedo, no correría. Si no sintiera molestia no podría límites, etc.


¿Cuándo dejan de ser "sanas" las emociones? Cuando en vez de movernos, nos paralizan o nos mueven a lugares o conductas inadecuadas, es decir, cuando el monto emocional es tal que deja de ser adaptivo. Por ejemplo, la ansiedad nos pone en alerta sobre posibles escenarios preparándonos para lo que viene, pero si esta no se regula y aumenta, puede llegar a una crisis de angustia que nos paraliza. Lo mismo ocurre con aquellas emociones que se sienten agradables: la felicidad, esperanza, amor, entusiasmo... también deben gestionarse ya que así como la tristeza, nostalgia o rabia pueden ser patológicos, la alegría, exaltación y deseo también pueden no estar siendo acordes a la realidad conllevando acciones poco adaptativas lo cual es señal de que algo no está bien.

¿Cómo las trabajamos en psicoterapia? Se busca poder identificarlas, aceptarlas y con ello expresarlas. También trabajamos con la gestión de emociones, poder "hacer con ellas" y autorregularnos. Hay veces que el sentir es tan alto o desagradable que nos impide ver más allá de lo que estamos sintiendo y nos volvemos impulsivos e irracionales, por lo que la terapia permitirá analizar la situación "desde afuera". También se trabaja identificando los mecanismos de defensa que hemos desarrollado para lidiar con ellas, y qué conductas dañinas estamos teniendo quizás en el intento de buscar sentir o dejar de sentir. Por último y en paralelo, se busca trabajar el trasfondo de la emoción, es decir, qué está provocándola o de qué nos está alertando para así ir al fondo y sanar.


La terapia ofrece un espacio donde poder sentir libremente, sin juicios ni presiones. Nos detenemos en cómo el paciente vive lo que le está pasando, más allá de los hechos. Así, buscamos darle espacio al despliegue de las emociones para que nos acompañen en el día a día de manera sana y cumplan su función de adaptación y, sobre todo, nos sigan moviendo positivamente.


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Bárbara Bornscheuer W.

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